
Facultad de Estudios Generales, Español
Universidad de Puerto Rico, Recinto de Rio Piedras
El artículo publicado en The New Yorker por Joshua Yaffa, como el artículo de The New York Times, ponen de manifiesto la prevalencia de la violación como estrategia de guerra. Ya no se trata de eventos aislados sino del uso sistemático como forma de “genocidio” en los nuevos escenarios bélicos que han descrito tanto Henrich Münkler como Rita Laura Segato (reseñados en el Observatorio).
En el caso del primer ensayo que nos ocupa, Joshua Yaffa discute la dificultad que experimentan los psicologxs para tratar a estas víctimas en el contexto de la guerra de Rusia contra Ukrania que ya va para seis meses. Algunxs de ellxs, como Spartak Subbota, con amplia experiencia en casos de violaciones, se encuentran desosegados frente a estas nuevas víctimas por la virulencia con la que se cometen estas atrocidades. Subbota no solo se refiere a las motivaciones expresadas por los mismos soldados (estos actos se realizan en contra de la población para castigarla, y tienen todo el cariz de actos genocidas) sino a la manera en que son realizados: las violaciones son realizadas en grupo y protegen la identidad de los perpetradores, lo que les permite “liberarlos de responsabilidad y control (restrain)”.
El artículo de The New York Times reseña las dificultades de atender estos casos por la evidencialimitada, por la vacilación de las víctimas, y por el hecho de que muchos de los perpetradoreshan desapericido cuando se reportan. Tenemos que recordar que la mayoría de estos (como documenta Ms. Kritko, encargada de “la línea de ayuda”) solo se informa una vez se han marchado del área las fuerzas de ocupación. Por tanto, ya ha pasado el momento para realizarles exámenes a las víctimas que pudieran generar material genético para dar con el paradero de los violadores.
Sin embargo, el gobierno ukraniano no ha desistido en su intento de llevar a la justicia a aquellos que han cometido “crímenes de guerra”. Cuando los perpetradores son acusados en ausencia, como es el caso de Mikhail Romanov de 32 años, el mensaje pretende ser contundente: “Esto demuestra que el gobierno se toma en serio el enjuiciamiento de los casos de violación”, dijo Gorbunova en el ensayo.
Para las víctimas, el dilema es otro. ¿cómo reconstruir sus vidas en comunidades que, en muchas ocasiones, las culpan de estas tragedias victimizándolas nuevamente? Como ha señalado Vyktoriya, una de las víctimas de violación, si bien un juicio traería algún sentido de clausura, queda pendiente la pregunta: “¿Por qué son tan agresivos con nuestro pueblo? ¿Por qué vinieron a sacar a la gente de sus hogares? ¿Por qué quemaron las casas? ¿Por qué han provocado dolor?”.
Está por verse si una vez termine el conflicto, el Tribunal Penal Internacional llevará a cabo procesos como los realizados para enjuiciar los crímenes de la guerra en las Balcanes y Rwanda.
Enlaces
“Dispatch: The Psychologist Treating Rape Victims in Ukraine” de Joshua Yaffa
“After Rapes by Russian Soldiers, a Painful Quest for Justice”