
Departamento de Ciencias Sociales
Universidad de Puerto Rico, Bayamón
La pandemia por COVID desató unas discusiones que a mi modo de entender, no solo discurren alrededor de la muerte y de la vida; es decir, sobre las formas en que se administran las poblaciones, y sobre las maneras en que se inscribe el biopoder en los cuerpos de los sujetos, sino también sobre las transformaciones en las relaciones de producción, de trabajo y de consumo. Así como también en las relaciones sociales en todo el espacio social más allá de la esfera de trabajo y consumo, aquellas entendidas como las esferas de los afectos, las familiares, y las comunitarias.
Asistimos a un periodo histórico en el cual se dirime a qué vidas se le ofrece asistencia médica y a cuáles no. En el cual reconfiguramos nuestra relación con nuestros cuerpos. En el cuál tienen más posibilidad de no contagiarse con el COVID 19 quienes pueden quedarse en sus casas trabajando, o quienes tienen en sus casas las condiciones y el apoyo para sobrevivir al encierro. En que miles de trabajadores y trabajadoras son echados/as a su suerte porque los lugares en que trabajan cierran operaciones. En el que el capital de conocimiento avanza a grandes escalas. En que miles de jóvenes son reclutados a los trabajos que se producen como respuesta al encierro: las compras online, el empaque, la entrega a domicilio de comidas, compras, trabajadoras y trabajadores de salud, de cuidado a envejecientes, entre otros, que han sido ubicados en las “formas de reinversión del capital”, y las formas en que se propicia que el sujeto también se “reinvente”. Así como también, asistimos a un momento en que se intensifican las relaciones a distancia: estudiar, ver a nuestras familias, al vecino/a, a las amigas y amigos, los foros y charlas. El miedo a que el otro te contagie intensifica la distancia y lo que Roberto Esposito describía como una relación inmunológica. Se activan nuevas relaciones sociales y se intensifican otras. Por lo cual es necesario que examinemos no solo las dinámicas contemporáneas, sino también los efectos que producirá las transformaciones que estamos presenciando en casi todos los aspectos sociales en estos tiempos de la pandemia por el COVID 19.
El miedo a morir, plantea Giorgio Agamben, se tramita como un dispositivo de control que usan los gobiernos para imponer medidas de excepción que asumen el control total de las libertades -entendida esta como libertad económica, política, social-. En su polémico texto del 26 de febrero de 2020, La invención de una pandemia -polémico porque sugiere que la pandemia produce un comportamiento desproporcionado de privación de libertades en relación a las muertes-. Agamben dice que el temor al contagio de COVID, ha dado paso a la suspensión del funcionamiento normal de las condiciones de vida. Para Agamben, el ejercicio de la excepción como forma de gobernar, se gestiona, tanto porque asistimos a una generalización cada vez más profunda del Estado de excepción como paradigma de gobierno. Así como por la generalización del estado de pánico colectivo, que sirve a manera de legitimar la violencia propia de las formas excepcionales de operar.
De Slavoj Zizek en su escrito del 27 de febrero de 2020, Coronavirus es un golpe al capitalismo al estilo de ‘Kill Bill’ y podría conducir a la reinvención del comunismo, destaca dos asuntos. Zizek dice que las infecciones virales no solo producen un control del Estado, sino el propio. La disciplina y el control propio de quienes nos agarramos a la vida. Y por otro lado, dice y destaco, que en los medios señalan que “los mercados se están poniendo nerviosos”, esto aludiendo a que se produjo una preocupación por los efectos de la economía mundial.
Este trabajo plantea dos asuntos que han sido centrales para reflexionar sobre los efectos de la pandemia por COVID. Por un lado, la centralidad de la economía sobre la vida. Y por otro lado, que como efecto se intensifican las formas del biopoder, en tanto gestionamos y asumimos el cuidado de nuestras vidas. Esto por un lado, como efecto del miedo se intensifica el temor al otro, y se recrudecen las prácticas inmunológicas. Lo cual nos lleva a reflexionar sobre los efectos en las prácticas sociales, no solo en la actualidad, en tiempos de covid, también analizar las prácticas sociales en los tiempos postcovid. Giorgio Agamben, el 11 de marzo de 2020, en su escrito Contagio, dice sobre lo que llama como la abolición del prójimo. Aludiendo a los cambios en las relaciones del uno con el otro. La distancia física que se intensifica como efecto del covid, la cual establece un no tocarse, no acercarse, y que propende al distanciamiento con el otro a manera de prácticas inmunológicas. Para Agamben, las máquinas sustituirán el contacto entre los seres humanos.
El 28 de febrero de 2020, Jean-Luc Nancy escribe Excepción viral. En respuesta a Agamben, juega con las nociones de norma y excepción, aludiendo al problema de distinción entre una y otra.
En Crónica de la psicodeflación, Franco Berardi, el 19 de marzo de 2020, dice que el virus ataca el sistema neurológico. Esto como metáfora para analizar los posibles efectos del virus en las relaciones sociales postcovid. Se suscribe a lo que plantean algunos teóricos sobre los efectos potenciadores del coronavirus en el neoliberalismo. Efectos que están creando “un ambiente perfecto para la ideología neoliberal”. El autor plantea a manera de incertidumbre, sobre las relaciones sociales postcovid, y plantea que “no podemos saber cómo saldremos de la pandemia, cuyas condiciones fueron creadas por el neoliberalismo, por los recortes a la salud pública, por la hiperexplotación nerviosa. Podríamos salir de ella definitivamente solos, agresivos, competitivos. Pero por el contrario, podríamos salir de ella con un gran deseo de abrazar: solidaridad social, contacto, igualdad. El virus es la condición de un salto mental que ninguna prédica política había podido producir. La igualdad ha vuelto al centro de la escena. Imaginémosla como el punto de partida para el tiempo que vendrá”. Es un texto, a mi entender, que propone la incertidumbre como relato, pero por otro lado, plantea el deseo de posibilidades.
Santiago López Petit, en El coronavirus como declaración de guerra, publicado el 18 de marzo de 2020, plantea que la naturalización de la muerte cancela el pensar críticamente. Para el autor, los lemas “protegiéndome a mí mismo, protejo a los demás”, y “este virus lo paramos todos”, constituyen un hacer de los individuos en el que nos avocamos a un hacer sin reflexión. Nos integramos a un hacer, que sugiere una organización social, lógica y bajo procedimientos, en aras de la vida. No obstante el autor plantea que estamos sujetos al algoritmo de la vida. Que hay procesos y relaciones sociales que escapan al algoritmo.
Judith Butler, pregunta sobre las consecuencias en la igualdad, las obligaciones mutuas y al interdependencia global, de la pandemia, en El capitalismo tiene límites, escrito el 19 de marzo de 2020. La autora cuestiona sobre la idea de que el virus no discrimina. Si es el mercado quien determina la distribución de la vacuna, propenderá a lo que nombra como una desigualdad social radical. En el que se exponen a que unas vidas tengan acceso y puedan vivir, y otras vidas no. Cuestiona las formas en que el racismo, la xenofobia, el nacionalismo y el capitalismo propenden a crear políticas de exclusión, que producen una distinción entre vidas que se valoran y vidas que no poseen ningún valor.
En Sobre la situación epidémica, del 21 de marzo de 2020, Alain Badiou, plantea que la situación actual no es una forma excepcional. Para Badiou la economía de mercado es violenta, y produce epidemias, las cuales se agravan por el desmantelamiento de los sistemas de salud por las políticas neoliberales. Para Badiou, el fenómeno pandémico es complejo en tanto es un punto de articulación entre determinaciones naturales y determinaciones sociales. Plantea que es precisamente la lógica del capitalismo lo que crea unos cruces entre naturaleza y sociedad en los mercados, que permiten que prácticas locales y antiguas se desplazan globalmente.
Badiou analiza también, sobre políticas de los estados nacionales, que en su intento de frenar la pandemia, imponen medidas que afectan al capital, sin embargo, en su lectura, las restricciones que imponen en Europa, implican una suerte de libertades para el capital, que no trastocan ese orden.
David Harvey, escribió el 20 de marzo de 2020 el texto titulado: Política anticapitalista en tiempos de COVID-19. Harvey analiza la situación partiendo del análisis de las contradicciones internas de la circulación y acumulación del capital. Parte de las diferencias en el desarrollo geográfico, de las geopolíticas, y de las formas en que se matizan en el ámbito político y financiero. Por ello propone un modelo anticapitalista basado en una relación metabólica en curso y siempre en evolución con la naturaleza y toda suerte de formaciones culturales, científicas, religiosas y sociales contingentes que crean las poblaciones humanas a lo largo del espacio y el tiempo. Para Harvey, el neoliberalismo descansa en crear capital ficticio, en expandir la oferta de dinero y en la creación de la deuda. Por ello, el análisis de la situación pandémica, para Harvey, obliga a ver la relación de las repercusiones económicas y demográficas del alcance del covid 17 con la vulnerabilidad del modelo económico hegemónico.
Plantea que las políticas tomadas por el gobierno de los EEUU fueron dirigidas ayudar al mercado, al bajar la tasa de interés, más que a detener el avance del virus. Para Harvey no ha habido ningún interés de gobiernos ni de farmacéuticas en investigaciones que no propendan a obtener grandes ganancias. Promueven la lógica que a más enfermos estemos, más dinero ganan. Esto sumado a las políticas de austeridad en la salud y en la la investigación relacionada.
Destaca su texto, las implicaciones económicas por las transformaciones en las formas de producción menos intensivas en el trabajo, las cuales producirán más expulsión de trabajadores y trabajadoras, y el aumento en el trabajo basado en la inteligencia artificial.
Discute las formas de precarización laboral por las nuevas demandas de trabajo, junto a la caída del consumo. Con los cambios en la economía de producción y de consumo, analiza que adviene mayor precarización que se manifestará con mayor virulencia según raza, clase social, genero. Harvey denomina como la economía del Netflix, a las formas de producción y de consumo, que en los tiempos de pandemia se extienden y obtienen grandes ganancias.
En La emergencia viral y el mundo de mañana, Byung-Chul Han, en escrito del 22 de marzo de 2020, discute las diferencias en el trato de países en la pandemia. Europa asumió un estado de excepción, cerró tiendas y trabajos, prohíbe salir de las casas, y restaurantes, cerró fronteras. Sin embargo, destaca Chul Han, esta política excepcional no evitó las muertes. Se agudizó la pandemia al nivel que produjo lo que el autor nombra como una sociedad de dos clases. Los que se quedan trabajando en las casas, los que tienen carro, y los que tienen que salir a trabajar y tomar trenes y autobuses.
Discute el autor, que en tiempos donde la inmunología se ha debilitado por el exceso a la permisividad, de la comunicación, de la producción, ha irrumpido el virus en una sociedad en la que las prácticas inmunológicas eran difíciles de establecer. Por ello en Europa se ha trabajado la pandemia desde la lógica del enemigo. De afuera, de China.
En países asiáticos, asumieron una política más autoritaria. Su estrategia fue más en la dirección de asumir una vigilancia digital. El “big data” ha tenido un gran alcance en la vida de las personas en países asiáticos. La inteligencia artificial es usada para controlar la vida cotidiana de las personas. No hay espacio que escape a la vigilancia digital -calles, casa, compras, aeropuertos, estaciones de trenes, trabajo-. No hay conciencia crítica de la intromisión estatal en todos los asuntos de la esfera social. Byung-Chul Han nos dice que se debe a asuntos culturales. Es decir, no son países donde prevalece el individualismo, sino el colectivismo. Lo que hace que se valore el bienestar colectivo al individual. Por ello se impone una biopolítica digital. Desde el operar del Estado y desde las prácticas de las personas, se produce el control no solo poblacional sino también el autocontrol del individuo. Pero dice el autor, que funciona. Su análisis permite contextualizar y aportar elementos culturales que sostienen esa diferencia.
Contrario al decir de Slavoj Zizek que proclama la muerte al capitalismo, Chun Han entiende que se abren las puertas para el operar de unas formas excepcionales, al decir de Agamben, que pueden asumir la norma. Y que van en la dirección de un control total de la vida via la digitalización. Destaco de su análisis la reflexión que hace sobre las formas de relaciones que se crean en esta pandemia. Aislamiento, mayor individualismo, encierro individual, preocupación de la sobrevivencia individual. Nos recuerda que la solidaridad y el respeto al otro se tramita por la vía de la distancia física, lo cual en su análisis abre las puertas para normalizar el estado excepcional.
Raúl Zibechi, escribió el 25 de marzo de 2020 A las puertas de un nuevo orden mundial, donde analiza el ascenso de las economías asiáticas con China en frente, y los efectos en las economías de EEUU y de Europa. Zibechi plantea que asistimos al futuro de una economía mundial con China como hegemonía tecnológica: redes 5G, inteligencia artificial, computación cuántica, y superordenadores. China se potencia en cinco áreas de la economía mundial: la farmoquímica, automotriz, aeronáutica, electrónica y telecomunicaciones.
En Desobediencia, por tu culpa voy a sobrevivir, Marí Galindo, dice que el coronavirus elimina el espacio social más importante. Elimina unos aspectos vitales, según Galindo, y produce otras relaciones en estos espacios sociales. Elimina libertades, y normaliza la militarización, elimina la comunicación afectiva y cercana, e intensifica la comunicación en las redes virtuales, se fortalece en aras de preservar la vida, pero genera un exterminio masivo. El virus nos constituye en individuos que repetimos y copiamos, dice Galindo. La autora propone la desobediencia como una forma de sobrevivir. Plantea que necesitamos alimentarnos para esperar la enfermedad y cambiar de dieta para resistir, fabricar los remedios no farmacéuticos. Propone el cuidado de las comunidades para sobrevivir, retomar lo que les han enseñado a despreciar de su cultura. Aboga, en lugar de un distanciamiento, la autogestión social de la enfermedad, del dolor, del hambre. En fin otro modo de responder al distanciamiento que igual mata cuando no se cuenta con los recursos económicos ni sociales para ellos.
Gabriel Markus, en El virus, el sistema letal y algunas pistas para después de la pandemia, discute las debilidades que se producen alrededor de la ideología del progreso científico y tecnológico. Plantea que el coronavirus expone la creencia errónea que hemos tenido en la ciencia. Markus discute que la xenofobia, las desigualdades económicas, el capitalismo global, las formas de producción y la destrucción de la naturaleza son más letales que el coronavirus. Propone el que, luego de la pandemia, nos convirtamos en ciudadanos del mundo, en cosmopolitas de una pandemia metafísica. Esto en aras de construir un orden mundial que supere la acumulación de estados nacionales enfrentados entre sí obedeciendo a una lógica económica cuantitativa.
Giorgio Agamben, en Reflexiones sobre la peste, reflexiona sobre los efectos después de la peste. Para Agamben, la forma en que se ha tramitado el virus, remite a un discurso religioso -desde la ciencia-. Agamben plantea que la ciencia se convierte en religión y como efecto produce miedo y superstición. Para el autor, el discurso religioso, tramita lo mismo desde la negación como desde la afirmación. Reflexiona sobre los efectos que producirá el trámite del coronavirus y sobre la imposibilidad de vivir como antes.
Aprendiendo del virus, texto de Paul Preciado, discute sobre la paradoja de la biopolítica, con la comunidad, la cual asume de manera paradojal, la inmunidad como protección de la comunidad. Ante la protección de la comunidad, emerge el estado de excepción como norma. Preciado propone que la forma que toma la epidemia guarda relación con las formas en que la comunidad construye su soberanía política. Es decir las epidemias se materializan y radicalizan en el cuerpo del individuo, según las técnicas biopolíticas que se inscriben en el territorio y en la anatomía política. Preciado, al decir de Derrida, plantea al virus como el otro/extranjero/extraño.
Las políticas usadas por los Estados naciones en sus prácticas inmunológicas se tramitan actualmente en el cuerpo individual. El cuerpo, tu cuerpo individual, como espacio vivo y como entramado de poder, como centro de producción y consumo de energía, se ha convertido en el nuevo territorio en el que las agresivas políticas de la frontera que llevamos diseñando y ensayando durante años se expresan ahora de barrera y de guerra frente al virus. Son las prácticas políticas de Estados frente al otro, las que se reproducen sobre nuestros cuerpos.
Paul Preciado compara el coronavirus con la emergencia de otros virus, y contextualiza la aparición de estos. En la situación del covid 19 destaca que surge en contexto en que se trasmuta a una sociedad ciberoral, a una sociedad digital, a una economía inmaterial, a una forma de control microprostética y mediático-cibernética. Las transformaciones en los cuerpos y en las subjetividades se producen en la medida que prolifera el uso del internet, las tecnologías informáticas móviles, la inteligencia artificial, los algoritmos en el análisis del “big data”, la velocidad de la comunicación, la vigilancia a través de satélites, al decir de Preciado.
Por ello plantea que la gestión política en tiempos de covid, producirá nuevas subjetividades. Preciado describe estas nuevas subjetividades inscritas en cuerpos sin piel, intocables, sin manos, sin labios, sin lenguas, cuerpos que intercambian vía tarjetas de créditos -no tocan monedas-, no hablan directo, sin voz -solo dejan mensajes-, no se reúnen, no colectivizan, no tienen rostros. Es el sujeto de la máscara. Al decir de Preciado, su cuerpo orgánico se oculta para existir tras máscaras, -la dirección de correo electrónico, el facebook, el instagram-. Un consumidor digital, un teleproductor, un código, un pixel, una cuenta bancaria, una puerta con nombre, un domicilio al que amazon puede entregar sus pedidos.
Nos alerta Preciado en su reflexión sobre la profundización en la transformación del espacio doméstico. No como mero espacio de protección, sino ahora de producción, el cual es punto de vigilancia y de identificación por la tecnología. Por ello propone la reapropiación crítica de las técnicas de biopolíticas y de sus dispositivos, y cambiar la relación de nuestros cuerpos con las máquinas de biovigilancia y biocontrol.
Esta recopilación de apuntes, trabajos, textos, en los inicios de la pandemia por COVID 19, nos invita a pensar, repensar, sobre las formas en que se asoman las fuerzas de poder, en que se reinventan las biopolíticas y el biopoder. Sobre todo, a analizar los efectos sociales de la pos pandemia.