Por Lucia Graves
Asistente de proyecto
Estudiante Programa Graduado de Sociología,
Universidad de Puerto Rico, Recinto de Rio Piedras
En el artículo The Strange Alliance Between #MeToo and the Anti-Porn Movement , escrito por Lucia Graves y publicado en The Guardian en el 2018, se relata la extraña alianza entre organizaciones anti-pornografía y el movimiento #MeToo. No resulta inusual. Graves recuerda que el activismo anti-pornografía en ocasiones ha estado compuesto por coaliciones de conservadores religiosos y feministas radicales. Esto puede estar en conexión con la aprobación de una legislación anti-pornografía en Indianapolis en 1984 escrita con la colaboración de Andrea Dworkin, Catherine MacKinnon y sectores conservadores. Para MacKinnon, la importancia de esta legislación es que permitía a individuos radicar una demanda civil para prohibir material específico con contenido pornográfico (definido este como práctica de subordinación sexual) y recibir indemnización por el daño hecho por parte de los productores y vendedores de pornografía. En el 1986 el Tribunal de Apelaciones del Séptimo Circuito declaró esta legislación inconstitucional.
En el artículo se resalta cómo los sectores conservadores utilizan un lenguaje similar al de feministas radicales, se pronuncian ser parte del movimiento #MeToo, actúan convencidos en sus esfuerzos por eliminar la pornografía aun ante argumentos científicos sobre la ambigüedad de ello y estadísticas que reportan una baja en casos de violaciones conjunto a reportes acerca de aumentos en visitas a su principal enemigo, la página web Pornhub. En aquel momento Dawn Hawkins, directora ejecutiva del National Center on Sexual Exploitation (NCOSE), fundado en los sesentas por el jesuita Morton Hill como Morality in Media, celebraba la militancia y eficacia de estrategias puesta en práctica en una campaña para que Wal-Mart removiera la revista Cosmopolitan de las góndolas en el área de pago. “This is what real change looks like in the #MeToo culture” expresó Hawkins. La NCOSE se autodenomina como la organización líder en luchar contra la crisis de salud provocada por la pornografía y en exponer todas las conexiones entre distintos tipos de explotación sexual. La conferencia celebrada en Washington era para discutir y examinar ideas conjunto a estrategias en la lucha contra de la explotación sexual. A la misma asistieron otros grupos y activistas anti-pornografía, incluyendo a Melissa Farley, fundadora del Prostitution Research and Education. Según Farley, la prostitución y la pornografía se diferencian de otros tipos de violencias solo por las ganancias económicas que derivan de ello. En un escrito titulado #METOO MUST INCLUDE PROSTITUTION, Farley promueve el que #MeToo no haga distinción entre la prostitución y la pornografía (por ser prostitución en filme) en la lucha por eliminar la violencia sexual. Por su parte MacKinnon también ha elaborado argumentos similares explicando que el acoso sexual en el ámbito laboral convierte cualquier trabajo en prostitución.
Tarana Burke, fundadora del movimiento #MeToo, ha expresado en distintas ocasiones los riesgos que corre el movimiento. Uno de ellos es que sea convertido en otra cosa, esto en alusión a publicaciones en la prensa que describen #MeToo como un asunto de venganza contra los hombres. Por otra parte, también ha alertado sobre la vulnerabilidad de las sobrevivientes ante la posibilidad de que relatos sobre experiencias de abuso sean transformados en “trauma porn” para el placer de otros. Por otro lado, desde el movimiento han enfatizado eliminar la violencia sexual y responsabilizar a cada uno de los y las perpetradores. También procuran cubrir todo el espectro de sobrevivientes de abuso sexual y no limitarse a mujeres. Esto ayuda a reiterar la persistencia de un malestar colectivo, aquel que reúne sensibilidades de distintos sectores o grupos en torno a experiencias de violencia sexual, en un llamado a trabajar en deshacer las asimetrías que funcionan como causa a la vez que son efecto del malestar. Esto no necesariamente provoca los efectos políticos deseados, pero sí muestra que la pluralidad de modos con los que el #MeToo puede ser convocado excede los propósitos del movimiento.
En cuanto al activismo anti-pornografía, sigue siendo complejo proclamar un malestar colectivo basándose en la cosificación del cuerpo femenino. Ante estos reclamos, personas y compañías han realizado producciones con narrativas distintas intentando cambiar las representaciones por unas más ‘realistas’, no binarias o feministas. Pornhub también reporta esfuerzos por verificar contenidos e incluye secciones con información concerniente para una sexualidad saludable. Claro que lo más complicado sigue siendo lo que menciona Graves, “Of course, Americans have always been much better at denouncing porn than abstaining from watching it”.