
Departamento de Psicología, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
El artículo propone pistas explicativas en torno a la compulsión de repetición de la crueldad en adolescentes sicarios que participan del narcotráfico en México. Desde instrumentales psicoanalíticos, la autora reflexiona en torno a la subjetivación de adolescentes mexicanos que ingresan al mundo del narcotráfico como sicarios y llevan a cabo actos de crueldad extrema, desafiando las cuestiones planteadas por el psicoanálisis sobre la muerte tales como que la muerte propia no es representable ni tolerable y produce angustia y por eso tendencialmente evitamos aquello que nos acerque a la muerte o tememos a todo lo relacionado con ésta. Cuando éstos jóvenes entran al mundo del narco su posibilidad de sobrevivencia, una vez comienzan sus funciones, es un máximo de tres años. La autora se interroga sobre cómo no se produce en ellos alguna fisura ético moral que los lleve a considerar el dolor que ocasionan a otros, lo cercano que se colocan respeto de su propia muerte y la crueldad extrema que, reiteradamente, ocasionan a otros. El trabajo interroga si lo que manifiesta esa subjetivación de sicario es la consecuencia de rituales de festejo sobre la muerte que forman parte de la cultura mexicana e incide en producir sujetos como los jóvenes sicarios que parecen distanciarse de las teorizaciones sobre los miedos o la incapacidad humana para tolerar ideas de muerte. Se sostiene que puede ser que a los sicarios les ocurra lo que a los que están en el mundo de la Guerra, que la muerte del contrincante produce una retirada de la muerte propia por lo que constituye una manera de preservar la propia. Se interroga además si en el sicario aparece un resto de ese hombre primordial, cruel y maligno que asesinaba de buena gana.(Freud 1915 en Patiño).
La autora se nutre de premisas psicoanalíticas para proponer pistas en torno a la crueldad extrema manifestada por los adolescentes sicarios. Maud Mannonni (2001) sostiene que el período de adolescencia es uno “de crisis, vulnerabilidad e inestabilidad extrema”. Hipotetiza si lo que ocurre es que el mundo de los sicarios les ofrece a éstos un espacio de socialización y creación de identidad que llena esa carencia, por lo que la crueldad extrema es el medio para ganar la admiración y estima de sus jefes y el respeto de sus iguales. Por otro lado, si desde el instrumental psicoanalítico es la historia de la vinculación humana y el lazo social lo que produce la posibilidad de domeñar la violencia hacia el otro y la crueldad, se hipotetiza desde Cisneros (2014) que el sicario se ha producido en ambientes angustiosos carentes de lazo social por eso su desempeño tan cruel. Al respecto la autora plantea:
“Drago, mata por órdenes del jefe, pero él como lo hace es lo espeluznante ya que idea formas de morir que expresan lo más siniestro de su ser. Se esfuerza por agradar a su jefe con la forma de dar muerte a sus designados. La creación horrible de la forma de dar muerte nunca podría entenderse como una sublimación, ni como un arte puesto que ante lo mortífero no hay velo, ni ilusión que enmascare el acto de crueldad de la muerte violenta.”