Gloria María Gallego: Perdón y proceso de paz en Colombia

En este artículo Gloria María Gallego hace hincapié en la necesidad de ver el Proceso de paz en Colombia, como un proceso en el que se procure atender el fin del conflicto armado, la transición hacia una cultura de paz, pero no un proceso que esté atado o condicionado al perdón de parte de las víctimas. La autora entiende que en el actual proceso se insiste mucho desde sectores tanto estatales como religiosos en una salida al conflicto que tome en cuenta el perdón como uno de sus aspectos importantes. El llamado a perdonar se reitera como requisito indispensable para que pueda llevarse una reconciliación en la nación y se pueda transicionar a una cultura de paz duradera. Frente a esta demanda, Gallego sostiene que el proceso de paz no debe apelar al tema del perdón, pues el mismo está reservado a la esfera íntima y autónoma de las víctimas. Las partes en conflicto no pueden pactar por la vía del perdón ya que el mismo no es políticamente viable. Para la autora, los acuerdos de paz deberían ir por una agenda política más modesta y escueta que la denominada justicia restaurativa. En el modelo de justicia que contempla las políticas del perdón y las colocan como condición para la reconciliación social, tal y como está contemplado en la denominada justicia restaurativa se va más allá de la justicia reparadora, como aquella “que busca de manera modesta y escueta reparar las víctimas en lo material y en lo simbólico”(166). 

La justicia restaurativa “se basa en la idea de que el pasado se puede restaurar, que las heridas se pueden borrar, restañar y transformar, se pueden corregir los desequilibrios, recomponer las rupturas y restablecer los vínculos en la comunidad mediante el reecuentro fraterno entre víctimas y victimarios”(167). En el caso colombiano nos dice la autora, esta condición hacia el perdón está a su vez teñida de una fuerte impronta cristiana. A pesar de que la autora reconoce que “en términos de superación de los desgarramientos causados por la guerra, el perdón resultaría ser la más completa y loable forma de paz social, ya que constituye el reencuentro perfecto y la vuelta a la amistad entre las dos figuras trágicas” sostiene que no se le debe asignar al proceso de paz semejante objetivo. (170). El proceso debe ser uno de índole secular y no sacro. Además destaca Gallego, el perdón es un ideal de reconciliación que excede por mucho las virtualidades y posibilidades de la política y del derecho.

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