
Departamento de Ciencias Sociales Universidad de Puerto Rico, Recinto de Arecibo
Estos dos artículos de Yann Moulier Boutang abordan el tema de la deuda desde una perspectiva que no sólo rompe con la forma habitual y neoliberal de concebir la crisis, sino que además problematiza el acercamiento de autores como Maurizio Lazzarato quienes, en su crítica a esta concepción neoliberal, le atribuyen a la deuda una centralidad que la presenta como el arma absoluta de un neoliberalismo triunfante. Frente a la imagen que crean “sus viejos amigos” y “nuevos convertidos a la demonización de la deuda” quienes darían la impresión que todo deudor es esclavo, que los acreedores son reyes y que el salario o todo dinero contante y sonante distribuido termina siempre bajo control, YMB se pregunta: “¿De qué ha servido criticar sin descanso a la Escuela de Frankfurt por su visión unilateral y hegemónica de la dominación capitalista y de su capacidad de control, en particular en los medios de comunicación, si se va a repetir en el dominio económico con la deuda el mismo error que Adorno?”. Si la perspectiva neoliberal culpabiliza al deudor y lo designa como agente del mal y causa de la crisis, esta otra perspectiva convierte la deuda en mal absoluto. YMB le reprocha a unos como a los otros la demonización de la deuda pues ésta, cuando se hace de forma general, pasa por alto uno u otro de estos dos asuntos: 1) el problema de una ciencia económica que no recoge la producción difusa y social de la riqueza; es decir, la economía de la polinización; y 2) las formas de resistencia o la astucia de los deudores que consiste en tomar el dinero y rehusarse al control; es decir, tomar el dinero de los préstamos que liberan y no pagar los vínculos avasallantes (una realidad que atestigua el empeño por parte de los bancos en detectar a los que pagan mal).
El primer asunto (elaborado sobre todo en el segundo artículo: “La deuda: ilusión contable y ceguera suicida”), apunta al reconocimiento de que la crisis actual no es solo una crisis financiera, política y social, sino una crisis de la ciencia económica que no es capaz de reconocer la riqueza que existe en el ámbito patrimonial de los Estados ni aquella que se produce en la interacción y los vínculos sociales que desbordan las relaciones de producción según concebidas por la economía mainstream (el general intellect, la libre circulación de la información, el conocimiento y otros bienes comunes, la economía de los afectos, etc.).
En la medida en que el cálculo de las deudas soberanas no toma en cuenta esta riqueza (puesto que no se contabilizan las externalidades positivas), los déficits de los Estados producen la ilusión de una deuda catastrófica. No obstante, una buena parte del cálculo de ese déficit se lo debemos a las medidas obsoletas con las cuales contabilizamos nuestros “datos” económicos y nos creamos una situación suicida con medidas de austeridad. Irónicamente, el ámbito de las finanzas es el único sector que sí ha valorado el intercambio y la circulación, así como los elementos no clásicos de la economía, pero privatizan su valor. El segundo asunto (elaborado sobre todo en el primer artículo, “La deuda, la vida y la mala economía”) invita a precisar entre los distintos tipos de deuda y de modos de concebir y organizar las relaciones entre deudor y acreedor.
Puesto que uno de los ángulos de mi investigación explora la condición poshistórica y las diversas maneras en que lo contemporáneo desregula la dimensión temporal, la reflexión en torno a las mutaciones en el capitalismo y el rol de la deuda se revela pertinente: como lo ha mostrado el trabajo de Maurizio Lazzarato, a través de la Bolsa, la finanza y la deuda se opera una transformación del dinero en capital; la materia del dinero como capital es el tiempo,como lo ha mostrado el trabajo de Maurizio Lazzarato, a través de la Bolsa, la finanza y la deuda se opera una transformación del dinero en capital y la materia del dinero como capital es el tiempo” Estas reflexiones de Yann Moulier Boutang me permiten matizar y complejizar otros aspectos de las conclusiones de Maurizio Lazzarato en sus libros La fabrique de l’homme endetté (Éditions Amsterdam, 2011) y Gouverner par la dette (Les prairies ordinaires, 2014).