Han, Byung-Chul. (2022). Infocracia.La digitalización y la crisis de la democracia.

Departamento de Ciencias Sociales
Universidad de Puerto Rico, Bayamón

Con este texto, Infocracia: la digitalización y la crisis de la democracia, Byung-Chul Han analiza la transformación de los procesos democráticos ante el dominio del régimen de la información. Hace una descripción de las formas en que se produce la información en la era digital. Para el autor, la información se tramita de manera acelerada y temporal, reprime las prácticas cognitivas, produciendo profundas transformaciones en las comunicaciones que la priva de racionalidad.

Nos dice que con estas transformaciones se produce una forma de dominio en que la información y su procesamiento mediante algoritmos e inteligencia artificial, determinan de modo decisivo los procesos sociales, económicos y políticos. En estos procesos sociales en la era de la digitalización, la información se convierte en mercancía. En este proceso, el individuo se asume libre, auténtico y creativo. Se produce, se representa, y se realiza a sí mismo. El individuo contemporáneo se piensa al interior de procesos democráticos al situarse en libertad de elección para consumir -todo tipo de mercancía- vía las redes digitales. Pero este proceso como apunta Chul Han, organiza tribus de consumidores, que limita la libertad de decisión y de la realización a sí mismo, como asumimos en el ideario democrático.

La información en el capitalismo de la información se difunde sin pasar por el espacio público. En la comunicación digital,  los individuos no son espectadores pasivos, si no, individuos activos en la producción y consumo de la información. Pasa de democracia representativa, a democracia presencial, en la que el individuo participa directamente. La comunicación se tramita desde los espacios privados a espacios privados. El individuo la produce, pero también la reproduce y la consume. Siguiendo a Chul Han, en esta participación presencial se constituyen redes y enjambres. Se crean grupos, identidades, redes, de manera temporal, fragmentada, que se producen y transmiten información desde esferas privadas. Si una de las características de la comunicación en la era digital es que carece de estabilidad temporal, fragmenta la percepción, la información no se detiene, lo que prevalece no son los mejores argumentos sino la información que más excite, la comunicación es tan acelerada que se priva de racionalidad.

Esto tiene como efecto, que al carecer de racionalidad, la comunicación se despolitiza, según nos dice Chul Han. No  hay lugar para el discurso. Y también, la comunicación que se produce con la velocidad y rapidez de los medios digitalizados, tiene como efecto que todo se afecta. El exceso de afectividad amenaza la racionalidad. Estas redes eliminan temas y cuestiones de interés social que se discuten en las esferas públicas. Desaparecen asuntos de interés común a la comunidad. Se desintegra la esfera pública. Prevalece una comunicación efímera, pasajera, que busca personalizar la comunicación. Este proceso de despolitización en la comunicación, en la era la digitalización, propicia la eliminación de la alteridad. Se busca lo mismo. Presenciamos una creciente atomización y narcisificación de la sociedad que tiene como efecto que nos hace sordos a la voz del otro/a. La entrega del culto al yo, como nos dice el autor, hace que seamos  incapaces de escuchar al otro, y con ello desaparece el otro, provocando una crisis de la democracia. Si la comunidad política se constituye al propiciar la opinión del otro, si la presencia y opinión del otro en la comunicación constituye el lugar del discurso, la comunicación en la era digital, es menos discursiva porque pierde la dimensión del otro. Chul Han nos dice que la sociedad se está desintegrando en irreconciliables identidades sin alteridad. En lugar de discurso, tenemos una guerra de identidades. Ya no nos escuchamos. Escuchar es un acto político en la medida que integra a las personas en una comunidad y las capacita para el discurso. La democracia es una comunidad de oyentes. La comunicación digital como comunidad sin comunidad destruye la política basada en escuchar.       

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