
Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico en Arecibo
25 de mayo de 2015
Entre el “plug anal” de Paul McCarthy instalado en la Place Vendôme de París para la apertura de la FIAC 2014 y el carro accidentado de Bertrand Lavier exhibido en los museos como escultura, este programa radial dirigido por Adèle Van Reeth pone en discusión la situación del arte contemporáneo. El examen de las transformaciones que se han producido en el campo del arte constituye uno de los vectores de mi investigación, puesto que me permite seguirle el rastro a los procesos de desinflamiento de lo simbólico y despliegue de lo real crudo. La complejidad de estos procesos radica en que un abuso de la producción semántica al punto de neutralizar toda significación en el momento mismo de su producción coexiste con un despliegue de lo real crudo y sin sentido. En esta discusión entre Raphaël Enthoven y Marc Jimenez, me interesa sobre todo los argumentos de Enthoven que revelan esta coexistencia de lo real sin sentido con un exceso de sentido (inteligibilidad) como característica del arte contemporáneo. La indistinción entre el artista y el espectador, la imposibilidad de que la obra de arte exista al margen de su espectador; es decir, un arte que no se separa del espectador, que hace coincidir el elitismo con lo popular, la incomprensión con la accesibilidad inmediata y que termina en un conformismo del anti-conformismo constituyen algunas de las caracterizaciones desarrolladas por Enthoven y que podríamos decir que apuntan a una experiencia estética, no se diga ya de la distracción, sino de la desorientación feliz y sin consecuencias. Hay en el arte contemporáneo una ambición de reanudar con lo real luego de la mediación o la interposición de lo conceptual, pero lo que el arte contemporáneo termina presentándonos es un real museificado. El gesto inaugural de Marcel Duchamp, a menudo catalogado como el precursor del arte contemporáneo, es audaz y transgresivo. No obstante, cuando una audacia es duplicada y re-duplicada al infinito, lo audaz y transgresivo queda disuelto en su propia reiteración. De ahí la importancia de la distinción que Enthoven hace entre los ready-made de Duchamp y el Ferrari chocado de Bertrand Lavier. Mucho del arte contemporáneo puede catalogarse de interesante porque requiere de una explicación. No obstante, como señala Enthoven, es justamente cuando el arte pretende ser inteligente que se vuelve nulo; es decir, cuando pretende producir cosas cuya explicación disuelve el misterio.La disolusión del misterio puede leerse como el agotamiento de las condiciones de posibilidad de la ilusión (un tema que también Jean Baudrillard ha elaborado respecto al arte). Una experiencia del arte que se desentiende del misterio, la ilusión o el asombro nos sugiere una condición de época caracterizada por la inoperancia de lo simbólico en donde un exceso de producción semántica acompañado por un exceso de objetalidad termina deshaciendo toda posibilidad de vínculo entre lo real y el sentido.