Formas excepcionales de Estado, ciencia y pandemia

Los textos de Giorgio Agamben subidos en esta sección provocaron una serie de reflexiones entre algunas de los miembros del Instituto. Compartimos a continuación los comentarios de las profesoras Carmen Luisa González, Sonia Serrano, María Isabel Quiñones, Miriam Muñíz y Madeline Román:

I. Este para mí es un Agamben desgraciado… que no puede salir de los límites de sus teorías para mirar el mundo. 
Dra. Carmen Luisa González

II. Yo creo que Agamben sigue mirando el mundo. Pienso que, en estos momentos, yo no puedo hacerlo. Cuando levanté la crítica sobre la política de cuarentena y la prohibición de salir de las casas en un WhatsApp familiar, me cayo la “macacoa” (así decimos en el campo) me obligué al silencio, asumir el devenir y esperar. Coincido en lo que plantea Agamben, en algunas cosas, pero sobre todo en su postura más allá, en su crítica, porque creo que cuando todo esto pase (por lo menos el encierro) lo que él ha escrito lo releeremos con otros ojos. Pienso en Italia, que es desde donde él escribe, las primeras semanas los trabajadores se aproximaban a las estaciones de trenes y buses para ir a trabajar. Mucha gente no paró ni se encerró. Y claro, pasó lo que pasó en Italia. Pero es paradójico que promuevan el encierro y el trabajo a la misma vez, por lo menos en las primeras semanas en Italia.
Dra. Sonia Serrano

III. Como siempre estos escritos siempre merecen otra lectura. Además, nadie tiene idea de cómo será el día después de la pandemia. Aunque pienso como Savater…. el mundo no cambia tanto ni tan rápido. 
Dra. Carmen Luisa González

IV. Estos ensayos me preocupan, sobre todo porque Agamben debe preguntarse algo fundamental (y nosotras/os también): ¿acaso sabemos o podemos enfrentar esta pandemia? No es suficiente vincular saber y poder (eso ya lo dijo Foucault) con la normalización de un estado de excepción. Damos cara malamente y con mascarilla a un fenómeno inédito… por más críticos que seamos de las farmacéuticas y de la medicina, de la ciencia que administra quien vive y quien muere, no podemos comparar las enfermedades cardiovasculares con este virus. No hay práctica innovadora, ni budista ni de alimentación, que impida el contagio. Y sí, es un misterio, ¡¡¡como el de la divinidad o el de la inmaculada concepción!!! Pero si tengo que elegir, mejor la ciencia. Además, en un mundo trumpista, este análisis alimenta el desdén, no solo por la ciencia, sino también por otros posibles modelos de convivencia en el planeta, entre humanos y otras especies, con los ecosistemas. En lo único que coincido es en lo que interpreto es su postura frente al sufrimiento con el ejemplo de San Francisco de Asís. Solamente los santos alcanzan la sabiduría y capacidad para acompañar a los que sufren. Los mortales “comunes y silvestres” como yo, no salimos del asombro y de un miedo que perturba el sueño y los sueños.
 -Dra. María Isabel Quiñones

V. Sobre el papel de la medicina y el modelo médico, las críticas vienen de lejos. Sus intervenciones y curas forman parte exitosa de la rentabilidad capitalista incluyendo su disposición selectiva entre las poblaciones que viven y las que mueren. Los ejemplos en el que la vida no importa, para los Estados o para los sistemas globalizados del mundo, incluyendo los de la salud mercantilizada, son abundantes a nivel planetario. Por eso no es la salud y el valor no dinerario de la vida, sino que se ocupen del cada vez más amplío y lucrativo terreno de producción de la enfermedad. No estoy diciendo nada nuevo. Por eso valoro esta reflexión de Agamben. Podremos convenir nuestras diferencias con la interpretación que hacemos del, para mí, importante pensamiento de Agamben.
-Dra. Miriam Muñíz 

VI. Entiendo el argumento de la valoración y proliferación de la vida, su rentabilidad, pero no es el ángulo que me preocupa, insisto en que parte de su análisis alimenta las derechas en tanto pone en duda y cuestiona la pandemia, el fenómeno que aún no comprendemos. Este es el tercer artículo de Agamben. Este es una ampliación de sus argumentos.
Dra. María Isabel Quiñones

VII. Nunca había oído hablar tanto sobre la vida, la salud y la posibilidad de la muerte. Ya eso es un logro. 
Dra. Miriam Muñíz

VIII. Me parece que el planteamiento de Agamben sobre que la medicina es religión a secas… puede alimentar la anti-ciencia que promueven las derechas. Hay que matizar. En este último ensayo Agamben no lo hace. También siempre me preocupan los intelectuales y pensadores que no cuestionan sus propias ideas. El mundo da vueltas y debemos dar vueltas con él. 
Dra. Carmen Luisa González

IX. Pienso que estos ensayos de Agamben no invalidan el conceder a la “realidad” (por decirlo de alguna manera) de la pandemia. A mi modo de ver, todos estos textos atestiguan lo que el paradigma de la complejidad comunica una y otra vez: copresente todo, todo está pasando al mismo tiempo (pandemia y formas excepcionales de Estado, grupos armados y/o de odio demandando la apertura de la economía y expresando el deseo de que se contagien con el Covid la diversidad de minorías étnicas, nacionales y sexuales, activistas denunciando violaciones a los derechos humanos y civiles, xenofobia rampante, etc). Pienso también en el alerta de Michaud en su texto Violencia y política al plantear los riesgos “del enrolamiento de las palabras al servicio de las convicciones”. Hay asuntos relevantes en todos estos textos que son cónsonos con las trayectorias reflexivas del colectivo de profesores/as investigadores que componemos el Instituto, al tiempo que tenemos de frente una situación “genuinamente” excepcional (otra vez, para ponerlo de alguna manera) la cual posiblemente amerite políticas excepcionales. Que esto coincida o no con proyectos políticos de Estado, históricos o en gestación, es algo también a ponderar. Tengo presente también una cualificación que, en mi caso, la utilizo a la hora de ponderar mi crítica al manejo de la violencia de género por parte del feminismo más vocal vis a vis los cuerpos (muertos) de las mujeres: no podemos colapsar lo importante con lo urgente. Creo que lo que debemos es desear ser atinados a la hora de establecer esta distinción. 
Dra. Madeline Román

X. Estamos frente a un fenómeno inédito que requiere nuevos conceptos y miradas. Lo he dicho también con respecto al #metoo. Cuando hablo de la pandemia, no es solo lo afectivo inmediato a lo que respondo, creo que habría que colocar este ensayo tanto en la trayectoria de Agamben como en la de otros teóricos. No creo que lo urgente impida pensar, un pensar distinto. Porque me tomo en serio a Agamben es que le he seguido la pista.
Dra. María Isabel Quiñones


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