
Universidad de Puerto Rico en Arecibo
25 de septiembre de 2024
Los artículos de prensa reunidos en este minidossier abordan el tema de la instrumentalización de la posverdad que ha venido haciendo la campaña presidencial de Donald Trump e ilustran la antipolítica que caracteriza a las autocracias contemporáneas.
En el primero, el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez subraya la necesidad de distinguir entre mentira y charlatanería si queremos entender la trampa discursiva que nos tiende el “antidiscurso” del candidato presidencial. Recordándonos la obra del filósofo de la moral Harry Frankfurt (On Bullshit, 2005), Vásquez llama la atención sobre el peligro que la charlatanería representa para la verdad. Se trata de un peligro mucho mayor que el de la mentira pues no requiere oponerse a la verdad ni persuadir de lo contrario (algo que todavía se situaría en el orden del discurso), sino simplemente ignorarla y desautorizarla (ocupando el espacio del discurso y consumiendo su tiempo con mera habladuría). En la línea de lo que he estado investigando en torno al parloteo como síntoma de un desinflamiento de lo simbólico, este artículo abona a lo que había descrito en una entrada previa dedicada a la posverdad en el contexto de la guerra rusa contra Ucrania (https://observatoriomovil.com/2022/10/17/propaganda-desinformacion-y-posverdad-en-el-contexto-de-la-guerra-en-ucrania/).
Que el fenómeno de la posverdad rebasa el paradigma verdad/mentira característico de la propaganda utilizada por los totalitarismos del siglo XX ha quedado demostrado con las expresiones recientes del “número dos” de Trump, J.D. Vance: “Si tengo que inventar historias para llamar la atención de los medios sobre el sufrimiento del pueblo, lo haré”. El artículo de Macarena Vidal Liy en torno al bulo de que los inmigrantes haitianos en Springfield, Ohio estén robando mascotas para comérselas ilustra la estrategia de difundir noticias falsas para forzar a los medios a cubrirlas. Aunque la prensa se dé cita para desmontarlas, la campaña del magnate logra servirse de los medios para reconducir el “debate” público hacia el tema de la inmigración, al tiempo que moviliza la animosidad contra los inmigrantes presentándolos como “el enemigo interior”. No obstante, para que haya debate, tiene que haber una controversia. Las falsas controversias solo propician falsos debates: debates en los que se anulan las condiciones necesarias para un debate.
La destrucción de las condiciones de posibilidad del debate público constituye uno de los recursos fundamentales de la antipolítica. Con ello se incrementa la desconfianza en las instituciones que tienen como objetivo asegurar el ejercicio de la democracia. El artículo de Paola Nagovitch trata del bulo de que los inmigrantes ilegales estén votando en las elecciones presidenciales. Aquí estamos frente a una falsa controversia que cumple el propósito trumpista de minar la confianza en los procesos electorales y preparar el terreno para alegar falsamente el robo electoral como hizo en 2020.
Uno de los temas que mejor ilustran la antipolítica de Donald Trump es el de la salud. He incluido tres artículos del premio nobel de economía Paul Krugman en los que no solo se pone en evidencia la inexistencia de cualquier esbozo o “concepto de plan” para el seguro de salud con el que el candidato republicano promete reemplazar el obamacare, sino que además explican el carácter destructivo de ese vacío de proyecto. Otro ejemplo de antipolítica es la promesa de Trump de resolver el problema de la inmigración con una deportación masiva. El artículo de Nicholas Dale Leal, “Más de 10 veces el presupuesto para migración y una posible recesión: el costo de la gran deportación de Trump”, ofrece los datos para entenderla.
El minidossier concluye con otro artículo de Juan Gabriel Vásquez, “Niñatos poderosos”, que se revela sumamente pertinente para el análisis de la antipolítica desde un enfoque psicopolítico.

