
23 de octubre de 2025
El declive de los gobiernos formalmente democráticos al nivel global es un fenómeno contundente. Hay reportes internacionales que plantean que solamente un porciento muy bajo de países en el mundo viven en democracias plenas mientras un porciento considerable de éstos viven en gobiernos de claro corte autoritario.
Un gobierno formalmente democrático es uno regido por el Estado de derecho, elecciones libres, multipardidismo, libertad de los medios de comunicación, pluralidad cultural y de estilos de vida. Si bien estos criterios en sí mismos no han sido garantía de democracia viva y plena, lo cierto es que, sin su presencia, la democracia plena tampoco sería posible.
El progresivo declinar de los gobiernos formalmente democráticos no nos deja otra que concluir que vamos involucionando como mundo, como sociedad y como personas. Y esto porque el mundo moderno fue pensado por muchos como uno caracterizado por una concreción cada vez mayor de la libertad y uno donde la coexistencia social puede ser negociada y renegociada. Para la filósofa húngara Agner Heller, el arreglo sociopolítico idóneo para un mundo en el que la coexistencia social puede ser renegociada una y otra vez es la democracia, mientras que el peligro político mayor de cara a esta posibilidad son los arreglos sociopolíticos de corte autoritario pues en éstos no hay espacio de negociación alguna.
Si bien la presencia progresiva de gobiernos autoritarios en el mundo ha sido remitida a diversidad de problemáticas globales y locales (insatisfacción con la propia democracia, situación de la economía/un capitalismo que devora la democracia, control algorítmico, resentimiento de sectores sociales particulares, desconfianza en las instituciones, polarización social extrema), también las subjetivaciones (“mentalidades”) autoritarias propician gobiernos autoritarios.
El gobierno autoritario halla su correspondencia en las subjetivaciones autoritarias. A su vez, la identificación con el lider autoritario refuerza las subjetividades autoritarias dentro de una relación en forma de espejo que refuerza ambas partes simultáneamente. Por eso es que la pregunta en torno a qué personas y sectores sociales apoyan gobiernos autoritaritarios, en qué contextos y por qué resulta ser tan importante.
Pero, ¿qué es una subjetivación autoritaria? A mi modo de ver, su ingrediente central es la omnipotencia. La omnipontencia, en términos psicoanalíticos tiene que ver con la presencia de un “deseo que siempre pudiese seguir su curso sin pasar por el otro”. Parece complicado pero no lo es. Es como cuando alguien, por ejemplo, dice: “mira, ten cuidado con fulano porque se lleva de frente lo que sea y a quien sea con tal de salirse con la suya”. Es decir, la omnipotencia tiene que ver con la presencia de un yo gigantesco que no reconoce al otro. Nótese que gran parte del proceso de socialización y encuadramiento de los niños y niñas efectuado por padres y educadores va dirigido justamente a propiciar en el niño o la niña el reconocimiento de que existe un otro: “tienes que esperar tu turno”, “tú no eres el único que existe”, “tienes que compartir”, “el mundo no gira alrededor tuyo”, etc.
Sin embargo, cuando esa subjetivación (“mentalidad”) de omnipotencia no se disipa, sino que se intensifica y se desplaza al plano social más amplio, la misma opera de caldo de cultivo para la formación y sostenimiento de gobiernos de corte autoritario y para las calculaciones mas perversas: eliminación del derecho a la libre expresión y al libre acceso a la información, saqueo de los recursos destinados a servicios vitales, exclusión, utilización de la ley para penalizar el disenso (incluso el de los sectores mas moderados) y para encubrir las ilegalidades, criminalización ampliada, militarización, represión abierta, eliminación (real o simbólica) de poblaciones enteras.
Hay personas que piensan que este problema no tiene que ver con ellos porque entienden que no forman parte de los sectores que seran afectados. Ciegos al dolor del otro, no caen en cuenta de su propio autoritarismo y de que, frente a un gobierno autoritario, lo creamos o no, la vida toda corre peligro.

