
Departamento de Sociología y Antropología, Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras
5 de mayo de 2025
Cuando salió al aire la serie Handsmaid’s Tale, en 2017, se desató una discusión pública intensa en torno a si estábamos viendo lo que podría ocurrir en un futuro cercano. La serie proyecta una sociedad totalitaria (basada en un regimen fundamentalista) en la que se ha producido un declinar de la fertilidad, principalmente en mujeres de los sectores más acomodados. Esa situación propicia un régimen de esclavitud sexual, donde los hombres vinculados a ese sector social, así como al poder politico, violan a las mujeres aún fertiles. Luego, los niños o niñas producto de los ultrajes les son arrebatados a sus madres.
Si bien, para algunos, esta posibilidad podría parecer descabellada, lo cierto es que cualquier búsqueda superficial es suficiente para caer en cuenta de que, efectivamente, el declinar de la fertilidad/natalidad aparece como un problema global.
Las cuestiones que inciden con el trayecto de esta tendencia han sido identificadas por diversidad de estudiosos: transformaciones en la subjetividad de las mujeres a medida que, por la vía de los estudios y el trabajo, su vida se expande más allá o más acá de los estrechos reductos familiares. Además, la maternidad deja de asumirse como el elemento constitutivo y central del “ser mujer”. Igualmente las crisis económicas y el costo de la vida que obligan a parejas a ponderar su capacidad o no de afrontar las demandas económicas que implican el nacimiento y crianza de los niños y la ausencia de apoyos institucionales ante una labor (la de crianza) que se vuelve cada vez más difícil, entre otros.
Las implicaciones de este declinar también han sido ponderadas en numerosas investigaciones. Privilegio aquí sus efectos directamente económicos. En la medida en que este fenómeno está siendo acompañado por un incremento en la longevidad, el número de personas en edad de jubilación supera por mucho al número de personas en edad laboral con los consabidos problemas que esto supone en sociedades donde la organización del trabajo y la vida social no se conciben fuera de estas coordenadas.
A otro nivel, y en contextos como el nuestro, donde el combinatorio emigración masiva de puertorriqueños y declinar de las tasas de natalidad aparecen como asuntos que abonan al denunciado proyecto de desnacionalización de Puerto Rico, parir termina siendo visto por muchos como un “acto patriótico”, haciendo abstracción, muchas veces, de sus implicaciones para la vida de muchas mujeres.
Si bien el declinar en las tasas de fertilidad/natalidad aparece como una preocupación generalizada, las racionalidades políticas desde donde se activa esta preocupación no son precisamente las mismas en todos los sectores. Hay sectores para los cuales la preocupación mayor es justamente el que las mujeres (por las razones que sean) tomen la decisión de no parir pues esto sigue siendo visto como una afrenta a esa parte del sistema de dominación masculina que ha descansado en perpetuar un imaginario de las mujeres indisociable de la maternidad.
Pero también hay gobiernos enteros que están capitalizando sobre estos entendidos como parte de un proyecto político de claro corte autoritario. Por ejemplo, habría que preguntarse, ¿qué tiene que ver la criminalización del aborto con las deportaciones masivas? Por mucho tiempo, los países mas desarrollados compensaron el declinar de la natalidad con el incremento de una mano de obra migrante. Ahora bien, esta tendencia comienza a colocarse en abierto conflicto con aquellos sectores adscritos a la teoría del “great replacement”. Esto es, al entendido de que el aumento de las poblaciones migrantes va erosionando el poder político y social de aquellos nacidos dentro de una demarcación territorial “X”, quienes se entienden poseedores legítimos del derecho (los ciudadanos) y a quienes el miedo a ser “reemplazados” los lleva a adoptar las subjetividades mas excluyentes.
Pienso que ahora cobra sentido aquella vieja película Artificial Intelligence, cuando el niño mecano (“no humano”) le dice a otro niño mecano: “mira ya yo sé lo que está pasando aquí…Cada vez que nosotros los superamos en número, ellos proceden a exterminarnos…” La figura, ya deshumanizada, del inmigrante halla su correspondencia en el destino denunciado por el niño mecano.

