
Facultad de Estudios Generales, Español
Universidad de Puerto Rico, Recinto de Rio Piedras
10 de julio de 2023
El libro Vivir pero que nuestros padres no nos dice nada que no sepamos ya sobre la precariedad laborar y anímica que afecta a los miembros de la generación de lxs millennials. Sin embargo, lo hace de forma tan conmovedora que nos invita a repensar nuestra relación con estxs y nuestra responsabilidad con el mundo que le hemos, bien o mal, legado.
El libro, escrito desde un punto de vista intimista de alguien que es parte de esa generación y que por tanto, ha sido afectada por sus mismos avatares, nos ofrece un panorama certero de las condiciones que han posibilitado la debacle para esta generación: la fuga del Estado benefactor y de los derechos adquiridos que lo acompañaron: la seguridad social, el retiro, la seguridad sanitaria y la estabilidad laboral. Desde los ochentas, a raíz de los mandatos de presidentes neoliberales y la desregularización de las normas laborales, el mundo tal como lo conocieron los baby boomers ha ido desapareciendo sin ser acompañado por el quiebre de los mitos que lo sostenían. En España, el asunto se atrasó un poco por el legado de la dictadura. El efecto sigue siendo el mismo: una economía gig en la cual lxs empleadxs potenciales se ven subsumidos en una constante, reinvención de su perfil laboral, de sus destrezas, de sus posibilidades para poder competir en un mercado desregularizado.
Las consecuencias anímicas de este panorama, Palomeque las resume en dos: una tendencia a la depresión y/o al “desgaste psíquico”; y un resentimiento cada vez más pronunciado hacia la generación de los Boomers que le han legado este futuro de incertidumbre por haber gozado de los beneficios desmesurados del “progreso económico”. Para agravar este panorama hay que incluir la catástrofe ambiental que se aproxima y de la que ya estamos experimentando sus efectos (inundaciones, fuegos forestales, huracanas estripitosos) incrementando la incertidumbre que experimentan los millenials frente a este mundo postboomers. Es entendible, aunque poco comprendido, el sentimiendo de minusvalía de muchxs miembrxs de esta generación. Sin embargo, Palomeque nos ofrece una alternativa como primer paso hacia la recuperación: la escucha que propicie una comunicación intergeneracional (acompañanada del perdón como reconocimiento de la responsabilidad en el desarrollo de estos eventos) y la politización del dolor que permita formar “comunidades políticas” (Butler).
En la medida en que el libro Vivir peor que nuestros padres reconoce la “dimensión política en estricta relación con nuestra exposición a la violencia” y la necesidad de articular un lenguaje que apalabre este nuevo estadio, me parece vital incluirlo en este Observatorio. Ciertamente el libro trata sobre “la violencia de la economía” y sobre las consecuencias nefastas que ha tenido en una generación alimentada con el mito de movilidad social y superación de las condiciones materiales de sus padres. En este sentido, encaja perfectamente con los parámetros del estudio que proponemos desde este Instituto.

