Programa Graduado de Sociología y Asistente de Proyecto
Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras

El mapa de la distribución de delitos en Río Piedras que aquí presentamos nos permite introducirnos a una problemática que recientemente ha sido tema de conversación en los medios noticioso: la ola de robos en la Universidad de Puerto Rico y sus alrededores. Destaca el hecho de que la mayoría de las víctimas son estudiantes que relatan como los agresores los amenazaban no con una pistola o un cuchillo sino con una jeringa. La jeringa, instrumento farmacológico que en sí mismo no representa un peligro lo suficientemente severo para someter a voluntad a un ajeno, se convierte en una bioarma ante la amenaza que hace asaltante: “el dinero o te pego el SIDA.” Aquel atacante tiene un poder singular, no te dará muerte de forma instantánea será un proceso lento que comenzará con la agonía de saber si efectivamente fuiste contagiado. Los posmodernos preferimos una muerte rápida: “una pistola en la frente es mejor que una jeringa,” ese parece ser el acuerdo existente entre los estudiantes.
Ante esta situación, el tema de la entrada de la policía al Recinto ha vuelto a surgir en el ámbito noticioso. Esta propuesta fue rechazada de antemano por cuestiones ideológicas. La propia Alcaldeza de San Juan ha expresado que todo guardia municipal que ponga un pie en el Recinto será automáticamente despedido. La realidad es que la policía de Puerto Rico no parece ser una solución al problema, si miramos el mapa con la distribución de delitos que aquí compartimos es interesante ver que la mayoría de los robos no ocurren dentro de la Universidad donde no hay policías sino en las zonas de los hospedajes estudiantiles donde la policía puede patrullar e intervenir.
Otras proposiciones que han trabajado tanto el municipio como la administración universitaria van desde establecer un programa de deportes en la UPR para atraer a la comunidad, hasta un programa de arte en el casco ríopedrense. Sin menospreciar lo propuesto, tenemos que decir que esas son soluciones que esperaríamos de políticos acostumbrados a dar discursos para tranquilizar la opinión pública y no de una Universidad que se estima así misma como el primer centro docente del país. Lo que un académico debe preguntarse es qué está detrás de los asaltos con jeringa a los estudiantes, en términos Luhmanianos: ¿qué encontramos del otro lado de la forma? La respuesta es sencilla: el uso y abuso de sustancias controladas. Ni el deporte, ni el arte ofrecen remedios mágicos para atacar este problema. Una solución más ambiciosa sería que la Universidad trabajara para establecer un proyecto piloto de medicación de la heroína en Río Piedras. Seguramente encontrará mucha oposición legal y política en el camino, sin embargo, la Universidad tiene la obligación de proponer soluciones radicales ubicadas dentro de un marco de sentido académico y no soluciones mediáticas. Después de todo, la jeringa es sólo el instrumento que te permitirá viajar, curarte; es la prohibición, la inacción y la desigualdad lo que la convierte en una bioarma.