
13 de diciembre de 2023
En la obra, “Abolition. Feminism. Now.”, Angela Davies, Beth Richie, Erica Meiners y Gina Dent apelan a la urgencia de visibilizar a través del arte las consecuencias que acarrea la hegemonía de la cultura del castigo; como ejemplo, destacan el cortometraje “En la víspera de la abolición” del colectivo puertorriqueño Papel Machete. Ese cortometraje, por fortuna, se convirtió en una pieza teatral más extensa que fue presentada los días 8, 9 y 10 de diciembre de 2023 en el Teatro Victoria Espinosa de Santurce. Se trata de una pieza cuyo éxito ha sido visibilizar cómo el encierro de las personas detrás de los muros de la cárcel está fuertemente enraizado con el colonialismo, el capitalismo, la dominación masculina, el racismo y el clasismo.
En la ficción, un grupo de ciudadanos privados de su libertad lucha, durante el año 2047, con escapar de la última prisión que queda en pie en territorio estadounidense. Sin embargo, la mujer alcaide de la cárcel, cuyo parecido con Margaret Thatcher o Madeline Albright no parece ser una coincidencia, no está dispuesta a permitirlo. En el territorio, se vive una tremenda “aridificación” y la cárcel es una fábrica en donde se
almacena y se embotella el agua con el fin de trasladarla a una colonia de ricos, en la cual la mujer alcaide también ostenta un cargo político. Sin la cárcel no habría agua para las colonias ricas. En ese contexto, lo que se libra es una batalla política en la que la solidaridad del pueblo caribeño y la sabiduría de sus mujeres, en específico de una mujer protectora de las aguas, resultará ser clave para el éxito de la liberación de los privados de su libertad. La esencia de la cárcel como una “institución total” en cuyas entrañas se esclaviza a los ciudadanos que se consideran excedentes, y en donde se busca “disciplinar el alma”, se representa en la pieza mediante la actuación de los oficiales correccionales cuyos movimientos, “carentes de autonomía”, son rígidos y mecánicos. Sus crueles actuaciones en contra de los ciudadanos privados de su libertad son siempre precedidas de los alaridos de la mujer alcaide. Dicha inflexibilidad contrasta con la explosión libre de movimientos, producto de la constante sonoridad de la música en vivo durante toda la obra, de aquellos que desean ser liberados, y de los y las que se organizan solidariamente en la comunidad para liberarlos.
La música, la historia estadounidense de la esclavitud y la de la explotación colonial caribeña son los hilos con los que se teje una historia en común. Con ella, se plantea que la lucha por la libertad de las personas encarceladas es la lucha por el debilitamiento de la dominación masculina, el racismo, el colonialismo y el clasismo. Dicho de otro modo, que la cárcel es un dispositivo que se alimenta y reproduce muchas desigualdades. En ese sentido, esta conmovedora pieza artística que se vale de títeres, máscaras de papel maché, danza contemporánea y música afrocaribeña, logra recordarnos que todo preso es un preso político, y que las luchas que libramos en Puerto Rico son también las luchas que se encuentra librando las personas más vulnerables en territorio estadounidense. De ahí que resulte más que atinado que el desarrollo de la pieza se valga tanto del idioma español, como del inglés, puesto que después de todo, la lucha por el abolicionismo del sistema carcelario es también la lucha por la justicia climática, por el libre movimiento de personas, y por el acceso de todos y todas a los bienes escasos del planeta.
Lo más tocante de la obra, sin embargo, según mi percepción, es la apelación a la solidaridad y al amor como fuente de esta lucha política. Lo que toca es despojarnos, como dice Maximiliano Postay, de toda cultura represiva y abrazar, en palabras de Angela Davies, el horizonte abolicionista. En ese camino, tal y como destacó Thomas Mathiesen, el abolicionismo es un trabajo que no termina. Quizá por eso me resulta tan emocionante la cita de Peter Mukuria con la que finaliza la obra: “La abolición no es un ave fénix que resurge de las cenizas. Es una mariposa; una brillante metamorfosis hacia una nueva realidad”.
Ojalá y que esta provocadora pieza teatral vuelva a ser puesta en escena para que así una mayor cantidad de personas pueda disfrutarla; tres días no son suficientes para “hacer polvo los muros de las prisiones”.

