21 de octubre de 2023
Debe parecernos anómalo decidir enjaular personas para cualquier propósito. Sin embargo, en los últimos siglos esa anomalía ha sido considerada como algo normal y deseable. De esa forma, se enjaula gente para educarlas (el aula escolar), para que habiten (la casa), para que consuman (el mall), para que transiten (el carro), para curarlas (el manicomio) o para castigarlas (la cárcel). Aunque vengo trabajando hace algunos años las formas de encierro urbano, aprovecho la intervención que hiciera el Dr. Ignacio González Sánchez (Universidat de Girona) en el Foro de Teoría Social del Programa Graduado de Sociología (Universidad de Puerto Rico) para circular parte de su trabajo sobre el abolicionismo carcelario: trabajo que igual vienen haciendo colegas como la Dra. Madeline Román, la Dra. Iris Rosario, entre otras.
A propósito de la publicación de su libro Neoliberalismo y Castigo (Belaterra, 2021), Ignacio González fue invitado al foro titulado ¿Un mundo sin cárceles es posible?. De entrada González Sánchez plantea que la posibilidad de un mundo sin cárceles supone, inicialmente, hacer posible pensar la cárcel misma; ya que su normalización ha hecho casi imposible el cuestionamiento a dicha institución. Para ello, González contextualiza el surgimiento de la cárcel en la convergencia con la formación del capitalismo y, de ahí, menciona que la cárcel no fue pensada como mecanismo para castigar delincuentes, sino para, en tono wacquantiano, castigar la pobreza. Para ello el sistema carcelario se sostiene de unos presupuestos jurídicos como lo son el que todos somos iguales ante la ley y, por lo tanto, se ignora el lugar contextual desde donde el sujeto se ubica en dicha legalidad. De igual forma, el sistema jurídico supone la libre elegibilidad del sujeto delincuente y la supremacía de una consideración de un sujeto autónomo e individual que ejerce el acto delictivo. Estos supuestos jurídicos forman parte de un entramado discursivo que ejerce una forma de dominación despolitizada. Para pensar la cárcel y su abolicionismo hay que politizar la cárcel y visibilizar las formas de dominio que la constituyen.

