
NMAH, Smithsonian Institution
23 de agosto de 2023
La decisión de Vladimir Putin de invadir a Ucrania en febrero de 2022 brinda a Fernando Mires una oportunidad para revisitar el concepto de la radicalidad del mal en los albores del siglo XXI. El autor parte de las reflexiones de la filósofa alemana Hannah Arendt ante el juicio incoado en contra del ex oficial de la SS Adolf Eichmann como resultado de su participación en el exterminio de la población judía en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Ante estos eventos Arendt, objeta la pretensión del acusado de presentarse como mera víctima y componente pasivo y utilitario de la ejecución de órdenes que viabilizaron el exterminio de la población judía europea en ese conflicto. La fragilidad de este argumento es examinada y expuesta por Arendt a partir de la banalización del mal como discursiva justificativa de la violencia y la atrocidad. Mires, extiende los alcances de esta propuesta al plantear que la banalidad del mal reside en su misma banalización. En este juego de palabras, construir el andamiaje discursivo para eximirse de las consecuencias de la violencia extrema es un acto igual de trágico que la concepción misma de la maldad. Mires no desaprovecha la contundencia de los argumentos de Arendt para extender las posibilidades del concepto de la banalidad del mal más allá del caso Eichmann. Así, el debate en torno al ex oficial de la SS provee al autor de una oportunidad para revisitar el concepto kantiano de la radicalidad del mal.
En su reflexión sobre la radicalidad del mal el académico chileno se vale del nazismo, particularmente la figura de Hitler para mostrar la condición del mal puro como preámbulo de su banalización. En esta representación del mal radical es que Mires busca insertar la figura de Vladimir Putin en el contexto de la invasión a Ucrania. La aseveración de Mires que describe a Putin como el Hitler de nuestro tiempo es basada en los reclamos étnicos, culturales e históricos que Rusia cree tener sobre el Estado ucraniano, y el uso de las fuerzas armadas rusas en la destrucción de la sociedad civil del país invadido. Ultimadamente el peso del argumento de Mires se fundamenta en la intencionalidad de Putin de negar a los ucranianos su derecho a existir como entidad nacional. Es en este punto donde el autor -reconociendo la imposibilidad de comparar la situación ucraniana al holocausto- encuentra una confluencia con la razón hitleriana del exterminio. El planteamiento de Mires presenta una posibilidad de debate en torno a la relación de las concepciones del mal y sus categorizaciones dentro de los límites de un registro moral y ético y sus áreas de convergencia con los conflictos bélicos del mundo contemporáneo.

